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Después del 8: lo queremos todo: Crónica desde San Fernando – Cádiz

No tenemos palabras para explicar lo que el jueves sentimos quienes desbordamos las calles, días después aún estamos dándonos cuenta de lo que hicimos. Un 8 de marzo histórico, sin duda, pero no sólo en las grandes ciudades sino en cada pequeña ciudad y en cada pueblo, en cada rincón.

En nuestra pequeña ciudad, San Fernando, nos atrevimos a convocar una concentración que resultó ser de las más numerosa de los últimos años, apenas 300 personas, 300 mujeres, que significan un antes y un después para el movimiento feminista en nuestra ciudad. Una concentración que se convirtió en asamblea, donde muchas compañeras contaron el por qué estaban allí, emocionándonos hasta las lágrimas con compañeras que nos contaron que estaban siendo maltratadas y tratando de salir, que se abrieron al sentirse seguras y acompañadas, que hablaron de sus luchas, del día a día, de cómo se sentían acosadas, cómo querían dejar de sentir miedo al volver solas a casa, cómo se sentían por no encajar en el estereotipo de cómo tiene que ser, vestirse y comportarse una mujer, de cómo una compañera sorda se enfrentaba cada día a la discriminación y a la invisibilización, donde a una compañera ya más mayor, fundadora de esas asociaciones que se han convertido en muletas del feminismo institucional, se le saltaban las lágrimas al escuchar y al ver a las jóvenes que no van a consentir que las frenen. Apenas 300 mujeres y apenas hora y media de solidaridad, de fuerza, de risas y lágrimas, de abrazarnos, de gritar y cantar juntas, que lo cambian todo.

Empezamos el día acojonadas, por la lluvia y porque el Ayuntamiento de nuestra ciudad, el PSOE, había convocado una concentración a la misma hora y apenas a unos metros de la nuestra, pisándonos, demostrando una vez más lo que le importa el movimiento feminista y nuestra lucha, y fue la primera vez que fuimos más que ellos, que demostramos que sus asociaciones y colectivos afines no representan a todo el movimiento feminista, que hay quienes no vamos a someternos a su feminismo, quienes no nos conformamos con sus leyes vacías, que creemos que de verdad lo podemos todo. Y eso pasó en muchas otras ciudades pequeñas, en muchos otros pueblos.

Hay quienes han dicho que esta huelga era una huelga de las élites feministas. Esas élites ayer estaban temblando y desbordadas por un movimiento que se ha fraguado desde abajo. Las que escriben esto, por la mañana pudieron hacer huelga, por la tarde no pudimos permitirnos faltar al trabajo, como muchas otras, porque precisamente por nosotras hacemos esta huelga, que tiemblen porque somos muchas más. Sí que hicimos nuestra  particular huelga de cuidados y otras tareas, quedando, nada más salir del curro, para cenar juntas y celebrar el éxito de las manifestaciones que arrasaron todo el territorio, planeando los siguientes pasos. Las cenas entre compañeras también construyen revoluciones.

El 8M fue un día en las que las de abajo escribimos nuestra historia, construyendo un feminismo que no va a dejarse neutralizar. Que desde el día 9 de marzo está pensando ya la siguiente reunión, en las asambleas donde celebremos y hagamos balance, y en las que, todas juntas, tomemos conciencia de que podemos ir más allá, que tenemos que visibilizarnos y denunciar y también que empezar a exigir lo que queremos, porque tenemos que ir todas a una y marcarnos objetivos que conseguir, porque el 8 demostramos que lo podemos conseguir todo, en cada rincón.

Patri Amaya y Silvia Cervantes, activistas del Café Feminista de San Fernando